Mirando


Cuando miro, imagino historias y creo que puedo atinar una coincidencia en un millón de posibilidades.

Como aquella pareja a la que los años le sobraban y él tomaba su hombro ya con un gesto cansado, casi de ayuda. Probablemente él ni siquiera nota ya cómo viste ella ese día, como esa primera vez en que recordó incluso el aroma de su cuello y lo bonito que le quedaba ese pañuelo celeste sobre su pecho.

Como esa familia que acaba de pasar un momento increíble en dos horas de conversación y uno de ellos se anima a decir: "Estos momentos valen oro". Yo lo escucho y aprendo, en verdad aprendo.

Estar atenta a lo que pasa tu alrededor es importante, porque te identificas con lo que te rodea.

Como esa niña que parecía disfrutar cada minuto del día y que tenía un rostro tan inocente, que a una le provocaba salvarla. Mirarla y explicarle que no puede andar por la vida con tal cara de inocencia, porque podrían herirla.

Como esa chica que se miró por casi 5 minutos al espejo y vio odio y lágrimas y dijo "nunca más", pero siguió llorando y maldiciendo.

Tal vez creo que al mirar al otro, olvido la continua práctica de mirarme y descanso de mí, de mis ideas, de mis críticas y me enfoco en lo bonito del otro para luego regresar a mí con un aire distinto, más comprensivo.

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